El precio de nuestra salud

Estar sano

Es, según la definición más común, un estado donde predomina el bienestar físico y mental. Los criterios que contribuyen a ello son múltiples. La salud física por supuesto está ligada al mantenimiento de tu cuerpo a través de un poco de ejercicio, caminando para tomar un poco de aire fresco. A esto se suma una buena alimentación combinada con un estilo de vida saludable, como respetar el número de horas de sueño para que el organismo pueda regenerarse durante la noche. La salud mental depende más bien de las conexiones sociales que la nutren, lo que sería mejor, por supuesto.

¿Cuál es entonces el precio de nuestra salud?

Este es principalmente el precio impuesto por cierto discípulo. Marcarse el objetivo de mantenerse sano el mayor tiempo posible requiere seguir algunas reglas y empezar por respetar el cuerpo.

No fumar : (principal factor de riesgo de cáncer) parece un requisito previo esencial. La oxigenación es esencial para la vida y la calidad de la respiración es su corolario. Los yoguis consideran que nuestra energía pasa necesariamente a través de la respiración. Conservémoslo manteniendo limpios los alvéolos de nuestros pulmones.

Limitar el consumo de alcohol también es esencial para la salud del hígado, por supuesto, pero también para la salud del cerebro. El alcohol tiene poder destructivo gracias a estas reacciones químicas en el organismo. Consúmelo poco y en raras ocasiones y verás que tu cuerpo acabará viéndolo no como un amigo sino como un enemigo. A veces hay que luchar contra la presión social que incita al consumo, pero una vez que desaprendes este reflejo pavloviano de brindar con un vaso de alcohol en la mano, se te ofrecerá una nueva libertad.

Duerme mejor. Es bueno adquirir hábitos cuando son nuestros amigos. Se dice que las horas de sueño tomadas antes de la medianoche cuentan el doble. Y cuanto más temprano te acuestas, más temprano te despiertas. Y ahí empieza el día con mucha mejor energía, con más dinamismo. Porque es durante el sueño cuando nuestras células se regeneran pero también cuando nuestra mente descansa, constantemente solicitada durante el día. Unas horas de vacaciones definitivamente ayudarán. Come con placer y felicidad. Tomarse el tiempo para comer significa tomarse un tiempo para uno mismo y calmar el ritmo a veces agitado del día. Tómate un descanso, no del trabajo sino para ti, para cuidarte. Tanto los alimentos como el agua potable deben estar atentos a su calidad y pureza.

Compartir, distribuir. La convivencia es fuente de bienestar. Compartir una comida, compartir momentos festivos pero también saber estar presente cuando es necesario apoyo para dar un paso adelante. Es reconocimiento y agradecimiento tanto hacia los demás como hacia uno mismo, saber estar ahí para el propio bienestar, para el propio bienestar. Saber ser juguetones también, amar la vida aunque a veces no nos dé ningún regalo y saber filosofar sobre la vida y la vida misma.

La salud no tiene precio

La salud no se compra con dinero sino que se obtiene naturalmente a través de la disciplina, disciplina que poco a poco se irá convirtiendo en hábito y sin resultar dolorosa una vez dado el paso. Como el camino a veces es largo, cada paso, por pequeño que sea, nos conducirá hacia este objetivo de mantenernos saludables. Este es el precio que tenemos que pagar por nuestra salud. Y no olvides la importancia del agua que bebes. Agua pura sin pesticidas, sin cloro, sin químicos. (mira aquí cómo hacer un poco de puré muy fácilmente).


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